Cuando tenemos un dolor que permanece en estado latente (dormido) en la profundidad de nuestro subconsciente, la vida nos pondrá delante una situación o una persona con la finalidad de que el dolor aflore a la superficie.
Mientras el dolor está en el subconsciente, dormido, no sentimos dolor, y por tanto, no sabemos que está ahí.
Las personas, solemos culpar a los demás o a las situaciones cuando éstas nos hacen sentir incómodo, molesto, enojado, irritable, y sobre todo cuando sentimos dolor y sufrimiento.
La verdad es que ninguna persona nos causa dicho dolor, ni tampoco puede la situación en sí... Somos nosotros mismos que tenemos ese dolor en nuestro interior. Y la otra persona es quien nos lo está reflejando. Es decir, esa persona está ahí como espejo nuestro; y al sentirnos mal, sufrimos... pensamos que es la persona quien nos ha causado ese sufrimiento, cuando en realidad la persona tan solo nos ha ayudado a que el dolor se despierte, salga a la superficie y de esta manera podamos tomar consciencia de él y sanarlo.
¿Cómo sanar un dolor que ha despertado de nuestro interior?
Para sanar, hemos de aceptar ese dolor. Ahora sabemos que está en nosotros y es nuestra oportunidad para iluminarlo.
Hemos de observarlo, iluminarlo con la luz de la plena consciencia; siendo testigos.
Observarlo significa, poner atención en el dolor, sin juicios ni pensamientos, simplemente observarlo y abrazarlo con amor y consciencia.
Podemos decir en nuestro interior: "Dolor, ahora sé que estás ahí, te abrazo con todo mi amor y mi plena consciencia".
No hay comentarios:
Publicar un comentario