CONTRATOS FAMILIARES
Contratos (familiares): códigos que nos impiden
ser lo que somos. *Alejandro Jodorowsky
Son
una especie de “códigos” que están situados en lo más profundo de nuestras
mentes en forma de creencias y de todo tipo de inhibiciones que nos paralizan.
Un
contrato es un acuerdo entre dos partes que se comprometen a dar algo y a
recibir algo a cambio. Pero no todos los contratos están sobre papel, ni
siquiera son verbalizados, ni tampoco todos están en el plano de la
consciencia. Más aún, como en el caso del nombre, hay contratos que aceptamos en desigualdad de
condiciones porque se “sellan” en la más tierna infancia: el niño intuye que el incumplimiento
implica no ser querido, lo que significa la muerte. Nuestro cerebro más
primitivo nos dicta la orden de obedecer cuando la amenaza es ser expulsado del
clan familiar.
Estos contratos pueden afectar a nuestros cuatro egos:
Ejemplos
de contratos intelectuales:
Muchas
de las creencias que tenemos son contratos que mantenemos con nuestro árbol genealógico, ideas que se nos han transmitido
desde nuestros bisabuelos y que no podemos cuestionar. (Debemos
deshacernos de cualquier creencia que no sea bella y útil)
a) “Serás abogado, como los hombres de provecho de esta familia”
(En árboles donde el artista es considerado como un muerto de hambre, que en
realidad no sabe hacer nada)
b) “En esta casa se habla cristiano”
(No me salgas con querer estudiar lenguas…sólo hay que hablar una lengua: la
materna)
c) “Eres torpe como tu madre”
(Una profecía que actúa como una maldición que acaba cumpliéndose)
d) “En la vida debemos dejar las cosas igual que nos las hemos encontrado”
(Señal de que el árbol se ha estancado…)
e) “Un hijo nunca debe superar a un padre”
(Una locura absoluta que se conecta con la neurosis de fracaso)
Los
contratos intelectuales son como las “ideas irracionales”
que describe Albert Ellis, raíces de nuestras emociones
perturbadas y comportamientos desajustados.
La
psicogenealogía conecta con su famosa y en muchos casos efectiva RET (Terapia
Racional Emotiva), en el sentido que la familia configura un esquema de creencias tóxicas que nosotros adoptamos por lealtad a ella y que se
mueven en cuatro ejes fundamentales:
*Si no tienes lo que necesitas, te mueres. (“Si mi novio me deja, me muero”).
La herencia tóxica es confundir
la necesidad con el deseo. Si no tienes alimento, te mueres, pero si deseas a
tu novio y no lo tienes, sigues viviendo…
*Esto es horrible (“Es horrible que tenga que cancelar mis
vacaciones”).
Se
juzga en exceso. No hay nada categóricamente malo o bueno. Hay hechos que nos
causan más o menos dolor. Si ordenamos los hechos dolorosos de 0 a 10 y en el 10 ponemos la
muerte de un ser querido, ¿cómo valoraremos cancelar una vacaciones?
*No lo soporto
(“No soporto la soledad”)
Hay
situaciones que matan, son insoportables. Creer que algo es el límite entre la
vida y la muerte nos hace sentirnos agonizantes cada vez que eso sucede. Eso
lleva a preferir un desastre de relación amorosa, la soledad está prohibida por el árbol, porque
es acercarse a la muerte.
*Si
sucede algo malo es que hay un culpable y tiene que ser condenado. La familia
nos enseña a juzgar y buscar culpables en los que
descargar la responsabilidad de lo que pase, o a culparnos a nosotros mismos. Los acontecimientos no son una confluencia de
factores, nada tiene una única causa.
Si
nos sentimos culpables de algo, la mejor medicina es una fórmula
con tres elementos: la aceptación, la reparación y el aprendizaje de lo
sucedido para evitar en lo posible repetir el mismo error en el futuro.
Ejemplos de contratos
emocionales:
Suelen venir en formato de
inhibiciones emocionales. Muy asociados a los niveles de consciencia
infantiles…
a) “No crezcas”
(Si se hace mayor un día abandonará a sus padres. Esta orden lo mantendrá con
una edad emocional de 10 años para el resto de su vida)
b) “Aquí somos del Madrid”
(Desde el primer mes de vida el niño es socio del club. Cuando crece no tiene
alternativa, si no le gusta el fútbol o no es madridista, será considerado un traidor o un enfermo)
c) “No seas tonto y no te hagas novia”
(Quédate con la madre…ella no te
defraudará)
e) La pareja es para toda la vida
(Nadie se ha divorciado jamás, en nuestra familia todos somos muy católicos)
Los contratos
emocionales nos atan con fuerza al pasado y fomentan las relaciones basadas en la dependencia emocional. Disolver estos contratos
es abrir al fin la puerta a la libertad de amar con un nivel de consciencia
superior.
Ejemplos de contratos
libidinales:
Aquí están todas las inhibiciones
creativas y sexuales
a) “El teatro-la pintura-la música, son una pérdida de tiempo”
(Es como decir que no debes dedicarte a cosas que no son de provecho…)
b) “Esta relación no te conviene”
(Podríamos preguntarnos: ¿a quién no le conviene en realidad?)
c) “Te casarás a los 25 años y a los 26 llegará la única hija”
Este podría ser un contrato inconsciente que
se repite de generación en generación. Un proyecto que el árbol tiene para
nosotros.
d)”La mujer que
expresa deseo sexual es una fulana”
(Si el sexo de la mujer es sólo un instrumento de procreación, se le prohíbe
gozar con su energía libidinal y a la postre de la creación y de la vida).
La
prohibición de la homosexualidad y de prácticas sexuales no existentes en el
repertorio del árbol, también son contratos que al incumplirlos nos bloquean la
libido o nos sentimos culpables y merecedores de castigos si “nos salimos del tiesto”.
Ejemplos de contratos
materiales-corporales-económicos:
Las inhibiciones económicas. Es
necesario que encontremos los elementos que permitan separarnos de la
violencia, del miedo y de la culpabilidad…
a) “Eres idéntico a tu abuelo”
(Y con ello uno de los linajes toma posesión del hijo)
b) “No toques los botones que los romperás”
(Cuando no te dejan tocar nada es porque no tienes espacio)
c) “El dinero es el pecado”
(Si nos hacen creer que el dinero es sucio, nos generará mucha culpabilidad
ganarlo)
d) “El que arriesga pierde”, “Más vale pájaro en mano que ciento volando”,
“Más vale malo conocido que bueno por conocer…”
(Salir del territorio
es una deslealtad imperdonable y tenemos un miedo
ancestral a no volver a ser admitidos en el clan).
Todo esto insta a acomodarse con una pareja
que ya no aporta nada, un trabajo insatisfactorio, una casa que no es un hogar
y también a una ciudad, un banco, un grupo de amigos etc. Instalados en un territorio para siempre, porque nos han enseñado que
arriesgarse es perderlo todo, en lugar de impulsarnos a seguir nuestros deseos
como sabio camino de transformación.
Los
contratos se cumplen por lealtad, pero también por temor a las consecuencias. Digamos que hay un miedo a ser castigados, a que se
cumplan esas predicciones (maldiciones): “Si te divorcias, te mirarán
mal”, “si te haces artista, vivirás en la pobreza”.
Un
acto psicomágico para sanar este tipo de miedo al incumplimiento a lo que los
padres ordenaron, consistiría en realizar metafóricamente la predicción,
escenificándola delante de ellos.
Alejandro
Jodorowsky nos dice en sus 10 recetas para ser feliz: “No hay alivio
más grande que comenzar a ser lo que en realidad somos”. Desde la infancia nos
imponen destinos ajenos. Es conveniente recordar que no estamos en el mundo
para realizar los sueños de nuestros padres, sino los propios…
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